domingo, febrero 15, 2009

GATOPERSA II

...y una fría tarde Gatopersa
desclavó el máscarón de su bajel
( que seguía teniendo nombre de pájaro)
y, sereno, lo vió precipitarse al mar
y lo vió también, con la tranquilidad del que ya sabe,
alzar el vuelo antes de tocar el agua
y perderse entre las nubes
tremendamente negras.

Se dió la vuelta,
llorando y orgulloso,
sabiéndose ya sólo de esparto
empapado de dolor
sólo tea buscando su chispa.
Con sus últimos barriles de ron
regó bien toda la nave:
cubiertas, gavias, masteletes
jarcias, bordas, bodegas...
Iba mojándolo todo
como si fuese una faena más del día,
como otra rutina de la mar,
como quien ve una botella rodar por cubierta,
como quien caza un poco una vela que flamea.

Cuando llegó a su camarote
esparció los galones que quedaban
sobre los últimos días de su vida,
bañó bien sus últimos meses,
¡así!, bien caladitos.
Llenó la copa hasta arriba.
Sacó del bolsillo
en que todos pensaban que llevaba la petaca
su librito azul.
Y en el último verso,
sin querer,
le dió con el codo al candelabro.

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