El Cocello de Nigrán va a proceder estos días a cumplir la sentencia por la cual se obliga a demoler el recinto de unos 240 metros cuadrados que alberga la Escuela Municipal de Cerámica y que tan de cabeza ha traído los debates acerca del urbanísmo en la zona.
Los escándalos sobre la marbellización de Nigrán y las licencias ilegales otorgadas por el anterior alcalde reventaron con el pleno que pretendía aprobar un plan general de ordenación casi impúdico, fruto de un activo tráfico de influencias, y que generó disturbios como la toma por asalto del Consistorio y la quema pública de los documentos oficiales del PXOM para Nigrán. Tras las consabidas dimisiones, y la gran polvareda levantada por el asunto, había que dar ejemplo y clara muestra de la normalización del tema urbanístico en Nigrán que desde hace ya muchas legislaturas es un despropósito y una desvergüenza.
El galpón que alberga la escuela de cerámica fue construído hace dos años con una parte de su asentamiento pisando los límites de un paraje rústico forestal, junto a las dependencias de la policía local y adosado a una finca particular. A su lado se encuentra una cementera ilegal y desde sus ventanas mirando hacia el margen del susodicho término forestal se puede admirar una escombrera ilegal y el depósito de coches incautados por la policía local, dentro ya del paraje protegido en cuestión. Las luchas internas de la municipalidad eligieron esta pequeña construcción como arma arrojadiza que concentrase todo el disparate urbanístico. Una denuncia particular, o no tan particular, colocó el taller en el punto de mira, ya que había sido construído específicamente por aquel gobierno conservador, y no sólo con su permiso. De modo que ya comenzado el descabello había que dar la puntilla.
La Escuela de Nigrán y su profesora Emila Guimeráns llevan una trayectoria extraordinaria de veinte años pese a las dificultades que una admistración tras otra le han ido ocasionando. No se limita a dar clases vecinales sino que es un referente de iniciativas tales como conferencias con importantes personalidades del panorama cerámico nacional, reseñas en varias revistas del entorno, exhibiciones anuales de Raku japonés, exposiciones y dos encuentros internacionales con destacados representantes de la cerámica y otras artes de Japón y de la India, en la última ocasión, destacando la calidad humana en tales eventos. Ya es difícil que la política no entorpezca estas iniciativas si no se acomodan a sus intereses propagandísticos, que los faciliten es cuando menos sorprendente.
Ahora tras las promesas de alojarlos en un recinto incluso mejor, y con una falta de respeto inconcebible hacia la aportación cultural que ha venido desarrollando, tanto como hacia los alumnos que cursan este año, los quieren hacinar en una pequeña escuela abandonada de escasos cien metros cuadrados, no llegan, conjuntamente con el archivo de "estudos miñoranos", y sin las condiciones que requiere la impartición de esta materia. Esto significa el estrangulamiento de una iniciativa que contra viento y marea, pocos recursos y mucha voluntad ha recibido, en su recorrido, tantos elogios por parte de los que la han conocido, de otras escuelas y de los participantes extranjeros en sus encuentros. El concejal responsable, Xosé Lois Gutiérrez, pertenciente a la coalición del BNG, ya ha denunciado la interferencia del vocal de urbanismo Juan González, en
el problema de la reubicación de las clases.
Este jueves, día 15, se va a llevar a cabo una concentración a las 12 de la mañana delante del ayuntamiento, para exigir una mayor consideración hacia la trayectoria de este taller y el compromiso de buscar una ubicación adecuada para la escuela de cerámica de Nigrán, que de otro modo habrá sido utilizada y triturada en un enfrentamiento político. Como tantos otros proyectos de cultura víctimas o esclavos de las confabulaciones oficiales. La llamada incluye a los vecinos de Nigrán y todo aquel solidario con los esfuerzos culturales. Para los que no conocen la trayectoria del taller de Nigrán añado unos enlaces donde se puede encontrar registro de sus actividades.