jueves, octubre 01, 2009

MASTICAR BARRO

Distracciones en la Villa y Corte del siglo XVII

"De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda entre damas y doncellas el masticar trocitos de barro, con el fin de mantener en el rostro esa mortal palidez que en estos tiempos barrocos consideramos tan atractiva. El barro se vende en búcaros, pequeñas cajitas metálicas muy decoradas. Los más caros y prestigiosos se fabrican en Estremoz (Portugal), donde la familia de alfareros de los Maia fabrica con tierra colorada y algunas esencias un barro perfumado, muy del gusto de las damas de la corte."

Según las crónicas no era extraño que algunas cortesanas tragaran trozos enteros de barro, produciendo con ello graves obstrucciones intestinales y, en muchos casos, la muerte. Es conocida la clara referencia que el pintor Velázquez hace a esta costumbre en su cuadro Las Meninas (la menina María Agustina Sarmiento ofrece un búcaro rojo bruñido de Tonalá ,en una bandejita de plata, a la princesa Margarita de Austria).

Esta aficción se ha hecho tan popular que nuestros poetas satirizan sobre ella, en especial Quevedo que ha compuesto un madrigal titulado:

A una moza hermosa, que comía barro.

[Madrigal]


Tú sola, Cloris mía,

que, si miras sin velo,

la vida puedes alargar al día,

has podido juntar la tierra al cielo;

pero a riesgos te pones

en ser cielo goloso de terrones.

Mira que en quien de barros está llena,

es calle de Getafe cada vena.

Empiécese a comer su sepultura,

en barros disfrazada,

mujer manida y güera y arrugada;

y en tu niñez lozana, en tu hermosura,

no profanen con barro a tus rubíes

las perlas con que mascas, con que ríes.

Que tu gusto no entierres, hoy mi aviso

te advierte, Cloris bella; porque siendo

en carne soberano paraíso,

cuando con barro la salud estragas,

no el Paraíso Terrenal te hagas.

Barro es cuanto en mis versos te prohíbo,

mas no es barro enterrar tu cuerpo vivo.

Confieso que de verte, pena tomo,

roer con pelas el memento homo.

Y si en tu pulidaza no es desgarro,

muérdeme a mí, pues soy también de barro.

Son tus mejillas, Clori, primavera:

tú de flores socorres la ribera;

ten flores, pues tu rostro es mayo eterno:

tenga barros el rostro que es hibierno.


[Francisco de Quevedo: Poesía original completa. Edición de José Manuel Blecua. Barcelona: Planeta, 1999, p. 594.]

estre, 1680, pp. 183-187.]

3 comentarios:

emilia dijo...

SORPRENDENTE !!
Conocía algunas propiedades del barro pero de esta no tenia ni idea y menos que Quevedo hubiese escrito sobre esta moda de su época, que también sale reflejada en el cuadro de las Meninas de Velázquez.
Esto me ha refrescado un poco la poesía de Quevedo y la curiosidad me ha llevado ha este articulo publicado sobre el tema de comer barro.
aquí el enlace http://www.20minutos.es/noticia/171651/0/

SORPRENDENTE

Anónimo dijo...

Menos mal que ahora existe la píldora del día siguiente y sin receta.
Que bueno !!!

Verónica Alonso dijo...

Esto lo desconocía completamente, pero no me extraña, las mujeres hemos sido a lo largo de la historia capaces de cualquier barbaridad por mantener la belleza.